Hermanos hermanas:
Oh, Árbol Novia, ¿no ardían nuestros corazones dentro de nosotros el domingo cuando Él nos reunió una vez más alrededor del mundo? Y nos dijo:
“Uds. van a formar lo que Yo conozco como una Novia”.
“Uds. serán parte de Mí. Uds. serán Mi Novia”.
“Mi Vida estará en el cuerpo de Uds. Al igual como un esposo y una esposa son una persona, Uds. y Yo vamos a ser Uno”.
“En ese día Uds. sabrán que Yo estoy en el Padre, el Padre en Mí, y Yo en Uds., y Uds. en Mí”.
Estamos al final del tercer día. Él se ha dado a conocer y está en medio nuestro, dijo: “Mírenme. Soy el mismo. Todo lo que Yo Soy, lo derramé en Cristo. Todo lo que Cristo fue, lo derramé en ustedes. Ahora ustedes y yo somos UNO”.
Él nos prometió que restauraría los años que la langosta comió, el pulgón, y la oruga y el revoltón. Él nos dijo: ustedes son mis predestinados que se encuentran en las raíces del Árbol.
Todo esto no podía acontecer hasta este día. Este es el día, este es el tiempo, y somos Su Árbol Novia restaurado. ¿Por qué este día?
Todos ellos se habían juntado (¡Oh, amén!), al final del tercer día.
Y lo ha hecho posible al cerrar el mundo, al dejarnos en nuestros hogares para que Su Novia pueda reunirse alrededor del mundo y escuchar al tercer día Su Alimento Almacenado.
La Luz del atardecer ha llegado y está madurando el fruto en la copa del Árbol y sacando a Su Novia con las mismas señales, las mismas maravillas y los mismos frutos que tenían al principio. He restaurado dice El Señor.
Queremos estar enganchados a Esa Palabra. No importa lo que diga el mundo, no importa lo que piensen los demás, estamos enyugados a Esta Palabra, Este Mensaje, estas Cintas y nada más importa. Hemos vendido todas nuestras otras perlas, pues hemos encontrado esa gran Perla.
Reunámonos nuevamente este domingo a la 1:00 p. m. (hora de Jeffersonville) para escuchar Un prisionero (63-0717), mientras nos dedicamos a Él y nos rendimos completamente y nos enyugamos a Él con grilletes de amor. Digámosle desde lo más profundo de nuestro corazón:
“‘Donde Tú me guíes, seguiré, Señor’. Seré un prisionero”.
El Hermano Joseph Branham
Filemón 1:1